10 de agosto de 2011

Cosas que cambian, y cosas que no

En el poco espacio de tiempo del que ahora dispongo para seguir la actualidad Sevillista y seguir la mayoría de los comentarios de los que teneis twitter, sigo notando la indignación, y no es para menos, con el caso ya comentado y denunciado en este blog de los de Estadio Deportivo con nuestro compañero y amigo bloguero, Giulio Guerrera.

Como bien decía Manu Partida mediante una aclaración en uno de los párrafos de su último post, el que lo tiene que solucionar todo es el gran Giulio (en eso estoy de acuerdo y además me consta que ya está manos a la obra), pero, sinceramente, además de ofrecerle nuestra ayuda y apoyo, uno no se puede quedar callado, y más, sabiendo que en un futuro uno seguramente estará en algún medio y no quiere que nunca, esté donde esté, se vea afectada su empresa, porque se supone que el objetivo no es más que la información, no la mentira ni las basuras que se vierten en algunos periódicos hoy en día...


En este artículo (si pinchais en la imagen se verá mejor) casi al final, dice lo siguiente:

"En la viña del Señor debe haber de todo, pero aquí, no me cabe duda, hay dos tipos: El que curra y el genéticamente rastrero, el que llega gracias a una fuerte inversión en rodilleras..."

Dicen que esto ha podido interpretarse mal por parte del colectivo que formamos la red blanca y roja, la blogosfera Sevillista, y yo digo que quizás si, o quizás NO, pero, para mi, se falta al respeto al bloguero en cuestión, y, también he podido leer una opinión la cual fundamenteba una mediación entre los blogueros y la prensa para que no ocurra más, pero, ahora me hago yo una pregunta: ¿De verdad es necesario? , ¿hace falta llegar a eso?. Como bien dice una gran amiga (con la que estoy totalmente de acuerdo), lo que tienen que hacer es dejar de hacer mal periodismo en su caso...

Cosas que cambian y cosas que no, es cierto, me lo temía.

No cambian las formas de algunos medios Sevillanos, no cambian.

No cambia tampoco la defensa entre unos y otros, no cambia aunque esto lo entiendo, pero cuando se dice que se "condena", llamémoslo así, actos o actitudes de tipos como el de la vuvuzela, solo hay un "si, lo ha hecho mal, pero...", pero, ¿Tampoco pueden cambiar las formas y actuar y decir las cosas como son y no ser tan  blandengues?. Ya no me refiero al que le gusta soplar tanto este instrumento, sino al periodismo en general, porque, aunque muchos no lo crean, en Sevilla hay muy buenos profesionales de esto (y ya lo he dicho muchas veces), pero quizás, alguna vez, digo yo, deban levantar la voz y decir basta de una manera menos simplona que lo habitual, más que nada por la profesión, por el periodismo de verdad, que es el que debe imperar.

Cosas que cambian, y cosas que no.

Pues bien, como hay más cosas que no cambian, he querido dejar la que cambia para el final, aunque, en cierto modo, tampoco varía mucho la cosa.

A partir de ahora, ya, cuando pase todo lo que viene encima, voy a estar más atento de lo que estaba antes, porque yo, a parte de mostrar mi apoyo y de darle la razón a Giulio, como ya he manifestado muchas veces, no quiero que en el periodismo haya gente capaz de sacar su vuvuzela (también existentes otras versiones como la peluca, trompeta y nariz colorada) de la forma en que lo hacen, porque así, si los hay, sabe uno a que atenerse conforme vaya llegando la hora, y si no las hay, mejor, aunque, como dice el amigo de la vuvuzela de hoy, en la viña del Señor debe haber de todo. Si, si, de todo...

PD: Ahora también parece que dan ejemplo de buen periodismo desde la capital, diciendo Manu Carreño que hay desfibriladores en el campo del Betis y que la primera jornada es contra el Sevilla, que a ver si no hay que usarlos...algo, sencillamente, repungnante y asqueroso.

Cosas que cambian y cosas que no...


2 comentarios:

Mayte Carrera dijo...

Encima de meter la pata hasta el cuello pretenden llevar razón, es para morirse de verdad.
Un abrazo

Miguel dijo...

Estos señores por llamarles de alguna manera no cambian ni fundiendolos de nuevo son una verguenza