10 de mayo de 2006, hace hoy seis años de aquello.
Ya habíamos vivido el éxtasis con el cabezazo de Luis Fabiano y con el "Marescagol" en dos ocasiones. El Sevillismo enloquecía en sus casas (o en Eindhoven, claro, los más fieles), sin saber o esperar que llegaría la guinda de la final, puesta en aquel tiempo por el más grande jugador que han visto mis ojos, Don Frederic Oumar Kanouté, interviniendo en esa jugada parte de los que ya hicieron su trabajo con otras asistencias como Alves, o el mejor jugador de la final, el ya mencionado Maresca.
"Ojo que puede llegar...".
Recuerdo esa narración de Jesús Alvarado, y es con lo que me quedo hoy, para recordar y conmemorar esta fecha histórica. Recuerdo, antes de esa frase que pondría sentido al gol del malí, que en la grada del Philips Stadium sonaba el himno del centenario ya en plena fiesta, con todas las banderas carmesí que hoy están en su mayoría despintadas ya, de tanta gloria.
Me quedo con ese gol, y con esa frase porque nunca jamás pensé que podía llegar algo más grande, lo que después llegó en forma de más títulos. Me quedo con esa frase porque el momento que podía llegar, llegó a mi vida: Desde ese instante ya digo que me puedo morir tranquilo.
Me quedo con ese gol, y con ese momento, porque es el que menos viví de todos, no por nada, sino porque uno en casa, estaba ya tan, tan...(no puedo ni describirlo), que andaba ya casi cogiendo camino de la calle, de Puerta Jerez para celebrar tal título, y entonces, llegó él...
Si me quedo con ese gol hoy, y con Kanouté, es porque, a pesar de lo que estamos viviendo últimamente, el club ha vuelto a estar a la altura de la época, y, también gracias a propuestas de aficionados, ha decidido despdedir al autor de ese cuarto gol con gran parte de ese equipo, y de los que después llegaron para, junto a él, seguir llevándonos a la gloria, mediante un partido homenaje a disputar entre el Sevilla de la presente temporada y ese equipo de gloriosos jugadores, con la mirada de Don Antonio Puerta desde el tercer anillo.
Seis años después, y tras lo que parece que va a ser un fin de ciclo y comienzo de una nueva era, en la que ya no quedará nadie de aquella época, a excepción del incombustible Navas, y de Palop, del cual tengo actualmente dudas sobre su futuro, aunque bien me gustaría que se quedase, vuelvo a robarle esa frase de narración al amigo Alvarado para plantearme cosas.
"Ojo que puede llegar...".
¿Por qué no?.
Yo ya he dicho que me puedo morir tranquilo con lo vivido, además, por aquel entonces tenía catorce añitos y, como que estaba en mi pompa, en un mundo de ilusiones del que nadie me bajaba, pero, por difícil que parezca, ¿Quién me dice que, de la mano de los que nos hicieron grandes, ya sea directa o indirectamente (yo me entiendo con eso), no podemos volver a aspirar a algo igual?.
Confío en que llegue el momento en el que pueda vivir esto de nuevo y, ya que algunos se que no sois muy de Alvarado (yo en las narraciones lo admiro), ¿Quién me dice a mi que no me puede tocar contároslo?.
Todo es un sueño, y queda mucho, o quizás no tanto, para que eso ocurra, pero, el sueño de Eindhoven llevo contándolo seis años (no desde aquí, claro), como una realidad más de esta vida, y ahí queda.
Podría seguir con mis vivencias de aquel día, pero nos quedaríamos cortos, y con ganas de que llegue el próximo aniversario de esta primera copa para volver a contarlo.
Simplemente, me quedo con lo hoy expuesto, y con miles de deseos mostrados (unos cumplidos, otros por cumplir, por eso la frase elegida como título de este post, e, insisto, por dificil que eso parezca, pensando en el futuro...).
"Ojo que puede llegar..."
2 comentarios:
La verdad es que es un día de nostalgias.
Anoche me acorada con frecuencia al ver el partido de los dos Atleticos.
Un saludo cordial
Que tus sueños se hagan realidad...
Un abrazo.
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