En las últimas semanas y más acusadamente en los últimos días, después de la victoria del Betis en su partido frente al Mallorca, observo en prensa –con declaraciones de los interesados-, en los distintos foros e incluso en la calle, que el entorno de nuestro vecino rival está que se sale. Alardean de su mejor posición en la tabla clasificatoria y hablan abiertamente de una posible participación en competición europea en el próximo ejercicio.
Ese hecho puede parecer un poco sorprendente visto desde fuera, pero yo creo que en el fondo es comprensible porque aquí funciona bastante la teoría del péndulo y, viniendo de vivir unos años como los que le ha tocado vivir, cualquier atisbo de cambio de ciclo hace que se pongan “como una moto”.
Mucho más me sorprende, sin embargo, la reacción que ante esto se está produciendo en una parte de nuestra afición. Veo con asombro que hay muchos sevillistas contestando a béticos en los foros o comentando las declaraciones de jugadores o administradores concursales, muy preocupados por dejar claro que la situación actual es pasajera o afanados en analizar si jurídicamente el Betis podría jugar en Europa, al estar en concurso de acreedores. Increíble.
Yo estaba convencido de que el llamado “mensaje de Madeira”, aquella filosofía que nuestro presidente dejó clara en una cena con la prensa desplazada a aquel viaje, consistente en ir a lo nuestro y olvidarnos de la rivalidad local como forma de crecer, había calado de forma definitiva e el sevillismo. Pensé que todos teníamos claro que la rivalidad de cortas miras había acabado para siempre, pero parece que no.
Es curioso que algunos de los que entran al trapo de esa rivalidad que ya no existe, utilicen incluso como argumento precisamente ese, que la rivalidad no existe. En mi opinión es mucho más razonable demostrar que lo nuestro no es la rivalidad local, haciendo caso omiso de todo ese ambiente de euforia que se destila desde el lado verdiblanco. Y conste que lo digo con todo el respeto al club vecino, sin ningún tipo de menosprecio, sino basándome en lo que los datos objetivos señalan en cuanto a cada uno de los equipos y teniendo en cuenta que a muy largo plazo esa situación podría cambiar.
Poco tenemos nosotros que decir de toda esta historia, porque todo está suficientemente claro. Me acuerdo aquí de un pasaje de la novela de Murakami, 1Q84, que no recuerdo de memoria pero que venía a decir que hay cosas que si no se entienden sin explicación, no vale la pena explicarlas.
Ese hecho puede parecer un poco sorprendente visto desde fuera, pero yo creo que en el fondo es comprensible porque aquí funciona bastante la teoría del péndulo y, viniendo de vivir unos años como los que le ha tocado vivir, cualquier atisbo de cambio de ciclo hace que se pongan “como una moto”.
Mucho más me sorprende, sin embargo, la reacción que ante esto se está produciendo en una parte de nuestra afición. Veo con asombro que hay muchos sevillistas contestando a béticos en los foros o comentando las declaraciones de jugadores o administradores concursales, muy preocupados por dejar claro que la situación actual es pasajera o afanados en analizar si jurídicamente el Betis podría jugar en Europa, al estar en concurso de acreedores. Increíble.
Yo estaba convencido de que el llamado “mensaje de Madeira”, aquella filosofía que nuestro presidente dejó clara en una cena con la prensa desplazada a aquel viaje, consistente en ir a lo nuestro y olvidarnos de la rivalidad local como forma de crecer, había calado de forma definitiva e el sevillismo. Pensé que todos teníamos claro que la rivalidad de cortas miras había acabado para siempre, pero parece que no.
Es curioso que algunos de los que entran al trapo de esa rivalidad que ya no existe, utilicen incluso como argumento precisamente ese, que la rivalidad no existe. En mi opinión es mucho más razonable demostrar que lo nuestro no es la rivalidad local, haciendo caso omiso de todo ese ambiente de euforia que se destila desde el lado verdiblanco. Y conste que lo digo con todo el respeto al club vecino, sin ningún tipo de menosprecio, sino basándome en lo que los datos objetivos señalan en cuanto a cada uno de los equipos y teniendo en cuenta que a muy largo plazo esa situación podría cambiar.
Poco tenemos nosotros que decir de toda esta historia, porque todo está suficientemente claro. Me acuerdo aquí de un pasaje de la novela de Murakami, 1Q84, que no recuerdo de memoria pero que venía a decir que hay cosas que si no se entienden sin explicación, no vale la pena explicarlas.
@Pedromonago
3 comentarios:
Plas,plas,plas
Al no poder hacerlo visualmente, permite que lo haga onomatopeyicamente..
Me quedo con tu última frase.
No se si es mas ridícula la euforia desmedida de parte de la prensa(lo de la afición es lo más lógico del mundo) o la dedicación que le dedican algunos que supuestamente pasan de la rivalidad,y a gala lo llevan,para explicar que no pueden jugar en Europa
Sabes que me gusta ver los toros desde la barrera,y después en Mayo,recordar todo esto y reirme un rato.
Un saludo Pedro y enhorabuena a Manu por la parte que le toca
Totalmente de acuerdo Pedro.
Nosotros a lo nuestro y los demás a imitarnos.
Este lunes cuando llegué a la oficina tenía a los compañeros béticos muy contentos pq estaban en la tabla por encima del Sevilla FC, no perdí ni medio minuto en discutir con ellos, solo les pregunté ¿vosotros sois felices? pues yo que me alegro por vosotros. y aquí es donde viene la frase con la que acabas tu post.
Un abrazo.
Totalmente de acuerdo. A mí no me verá nadie hablar del Betis de forma distinta a la que lo haría de cualquier otro equipo.
Pero respecto a esa euforia de la que hablas, déjame que recuerde algo que ocurrió hace una pila de años ya. Pepe Mel era delantero del Betis (muy mediocre, por cierto), y cierta temporada marcó 4 goles en los dos primeros partidos. Recuerdo que le llegaron a preguntar a Clemente (que era el seleccionador) si se lo llevaría al combinado nacional, cosa que, claro está, no hizo.
Creo que Pepe Mel acabó aquella temporada con 5 o 6 goles en total.
Cosas de las euforias desmedidas.
Un saludo
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