5 de marzo de 2012

El juego de "las sillas musicales" y su sintonía

De los creadores del "ya no voy a jugar más a pies quietos", hoy llega a sus hogares a través de internet una nueva edición de estos juegos infantiles, que no son tal que así porque uno quiera pararse a explicarlos, sino por los muchos que demuestran no saber cómo funciona.

"El juego de las sillas musicales o simplemente juego de las sillas es un juego competitivo utilizado en animación sociocultural o dinámica de grupos, como juego de conocimiento, en el que la música marca el ritmo y la emocion.

Para realizar este juego se necesitan sillas, al menos tantas como personas haya menos una, y música que se pueda iniciar y parar a voluntad:

  • Se colocan todas las sillas formando un círculo con los respaldos hacia dentro. Los jugadores están de pie delante de ellas, excepto una persona que controlará la música. Se colocará siempre una silla menos que personas estén jugando o dando vueltas.
  • Cuando empiece a sonar la música, los jugadores deben girar alrededor de las sillas siguiendo el ritmo. En el momento que para la música, cada persona intentará sentarse en una de las sillas. Quien se queda sin sentarse en una silla quedará eliminado.
  • Entonces se retira una silla, se recompone el círculo y vuelve a sonar la música. Se repite el juego hasta que la última ronda se hace con una sola silla y dos jugadores. Gana el que queda sentado en la última silla.


Existe una variante no competitiva de este juego, en la cual nadie se elimina, las sillas también se van retirando en cada turno y todos deben ayudarse mutuamente a conseguir quedar sentados o subidos a alguna silla cuando la música pare".


Pues bien, tras haber explicado en que consiste este juego, si es que quedaba alguien por saber de qué se trataba, voy a incidir en varios aspectos en los que me hizo caer alguien:

Un día me vino un chavalito, cuando en mi urbanización se jugaba a aquello, diciéndome que había mucha gente para jugar a dicho juego, y yo le dije que lo normal sería, al contar con muchos efectivos para la causa, que se formaran distintos grupos para así tener mejor organización. Rápidamente, el chaval fue a decírselo al monitor que organizaba aquello y al monitor le pareció lo más acertado (incluso me pidió a mi que le colaboraba jugando pero, yo, como sabeis, aunque pudiera parecer un gesto feo, no soy de jugar a estas cosas, yo a lo mío, pero siempre encantado de explicarlo).

Observando el transcurrir del juego, me doy cuenta de que, el chaval que vino a solicitar ayuda para ver cómo se lo montaban, debía ser un chaval solitario, pero, a nadie se le escapaba que dicho juego le abría un montón de puertas. El mismo chaval del que os hablo, me miraba tristemente al ser eliminado del juego, porque, a decir verdad, era un poco lento, pero, recobró la alegría cuando el monitor le ofreció llevar las riendas del equipo de música.

Al hablar de la sintonía, era normal que también hubiera discusiones, porque a cada uno le gustaba un tipo de música. Así las cosas, las culpas ya no iban para el monitor, iban para ese chavalito inocente al cual le habían dado esa oportunidad para quitarle la tristeza de ser eliminado, algo que, él decía que no le importaba, pero con lo que sí se le notaba triste, ya os digo. Con todo ello, el chaval, entre tanta gente, me buscaba, porque sabía cómo identificarme, así que, cuando me encontró, me miró sonriendo señalando algo que yo llevaba en el pecho en ese momento y, para acallar todas las dudas y todos los problemas que podían existir, le dio al play haciendo sonar el himno del centenario de "El Arrebato", cosa que, entre los mismos grupos formados, también generaría discusiones.

Ante todo eso, el chaval volvía a entristecer ya que veía que ni la sintonía de ese majestuoso himno contentaba a algunos presentes, así que, por ello, decidió seguir con los que estaba, con los que siempre le habían apoyado, con los que nunca echarían mierda contra él, contra sus seres queridos, incluso contra sus amigos.

Yo, que quieren que les diga, me pongo en la situación de este chaval, y, a la vez que me enorgullezco de él, me da pena por los otros, por no querer jugar en la misma sintonía, por no apoyarle ofreciéndole poco o nada..

Yo, insisto, no puedo hacer otra cosa que, en el caso de que lo pida, tenderle la mano a este chaval y decirle, "tío, aquí hay varios grupos de personas, a distintos niveles pero todos iguales, con los que, estoy seguro, te sentirías muy agusto".

Por todo ello, el chaval me dio las gracias y me daba la razón, porque, según me dijo, es mejor que se formen grupos a que uno vaya por ahí suelto, sin saber a dónde va y con la gente que se pueda uno encontrar, por eso, es hoy cuando lo aplico, en todos los sentidos, a la vida que actualmente tenemos la suerte de vivir.


2 comentarios:

antonio dijo...

Manu buen post pero en desacuerdo contigo, a veces como dice el refrán es mejor solo que mal acompañado.

Si los compañeros no quieren ir en la misma sintonía ni apoyarle

¿De que sirven los compañeros?

Talibán Sevillista dijo...

Lo malo son los que se cabrean por que ese chaval se lo pasa de puta madre en un grupo.
Ellos se lo pierden
Un abrazo